Colombia alcanzó un hito sin precedentes en su transición hacia la movilidad sostenible. Hasta septiembre de 2025, el país registró la venta de más de 58.000 vehículos eléctricos e híbridos, según la web Motor.
Dichos números superan ampliamente las cifras de todo 2024 y hacen que el mercado colombiano se consolide como uno de los mercados más dinámicos de América Latina en electromovilidad.
Sin embargo, este avance vertiginoso contrasta con la falta de infraestructura de carga y servicios técnicos especializados, lo que plantea importantes desafíos para sostener el crecimiento del sector.
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Crecimiento exponencial
Según datos recientes del Registro Único Nacional de Tránsito (RUNT) y gremios del sector automotor, el ritmo de adopción de vehículos eléctricos (EV) e híbridos enchufables (PHEV) ha superado todas las proyecciones.
En los primeros nueve meses del año, las ventas aumentaron cerca de 40% respecto al mismo periodo de 2024, impulsadas por una mayor oferta de modelos, incentivos fiscales y la reducción de aranceles para la importación de automóviles de bajas emisiones.
El auge también ha sido estimulado por las políticas de transición energética impulsadas por el Gobierno nacional y los compromisos de descarbonización del transporte urbano en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali.
Las autoridades locales han incorporado flotas de taxis y buses eléctricos, lo que ha generado un efecto demostrativo entre los consumidores particulares.

Un mercado que se diversifica
El crecimiento no se limita a los automóviles particulares. Los vehículos comerciales ligeros, motocicletas eléctricas y flotas empresariales también muestran un notable incremento.
Las compañías de reparto urbano, plataformas logísticas y servicios de transporte compartido están migrando progresivamente a unidades eléctricas, atraídas por los menores costos operativos y las ventajas tributarias.
En paralelo, marcas internacionales como BYD, Nissan, Hyundai y Renault han fortalecido su presencia en el país, mientras que nuevos actores, incluidos fabricantes chinos emergentes, han ampliado su red de concesionarios y servicios posventa.
“Colombia se ha convertido en un referente regional. Estamos viendo una adopción masiva que hace apenas cinco años era impensable”, señaló Luis Felipe Jaramillo, vocero de la Asociación Nacional de Movilidad Sostenible (Andemos).
“El consumidor colombiano ya percibe el vehículo eléctrico no como una curiosidad tecnológica, sino como una opción real y competitiva frente a los motores de combustión”, agregó.
El cuello de botella: infraestructura insuficiente
Pese a los avances, el rápido crecimiento del parque eléctrico ha evidenciado un rezago preocupante en la infraestructura de recarga.
De acuerdo con la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME), Colombia cuenta con poco más de 1.200 estaciones de carga públicas y semipúblicas, una cifra insuficiente frente a la demanda proyectada para 2026.
Los puntos de recarga rápida se concentran principalmente en Bogotá, Medellín y la región del Eje Cafetero, dejando amplias zonas del país sin cobertura.
Esta situación obliga a muchos propietarios a depender de la carga domiciliaria o de improvisadas soluciones privadas, limitando la autonomía y la confianza de los usuarios en largos desplazamientos.
“Tenemos un crecimiento explosivo de vehículos, pero una red de carga que no crece al mismo ritmo”, advirtió Paula Bernal, experta en políticas de transporte limpio del BID. “La infraestructura debe expandirse con una visión de red nacional, no solo urbana”.

Desafíos y perspectivas
Un desafío que también enfrenta la electromovilidad colombiana es la falta de técnicos calificados y talleres equipados para atender reparaciones y mantenimiento de vehículos eléctricos.
Mientras los concesionarios oficiales ofrecen servicios básicos, el resto del ecosistema automotor aún no se ha adaptado a las nuevas tecnologías de baterías y sistemas de propulsión eléctrica.
Este déficit genera mayores tiempos de espera, costos elevados y dependencia de repuestos importados. En algunas regiones, los propietarios deben trasladar sus vehículos cientos de kilómetros para recibir atención especializada.
Por ello, el Gobierno colombiano ha reconocido los cuellos de botella y anunció nuevas medidas para acelerar la expansión de la infraestructura de carga, incluyendo incentivos para inversión privada, integración con redes de energía renovable y esquemas de interoperabilidad entre operadores.
Asimismo, el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) inició programas de formación técnica en electromovilidad para capacitar a nuevos profesionales del sector.
Futuro eléctrico, con tareas pendientes
Si las proyecciones se cumplen, Colombia podría cerrar 2025 con más de 70.000 vehículos eléctricos e híbridos en circulación, una cifra que duplicaría la registrada en 2023.
Sin embargo, el éxito de esta transición dependerá de que el país logre equilibrar el entusiasmo del mercado con una red de soporte técnico y energético adecuada.
El récord de ventas alcanzado en 2025 refleja una transformación cultural y económica que posiciona al país como pionero en la región. No obstante, los desafíos de infraestructura, mantenimiento y acceso a la energía deben resolverse con rapidez si se quiere consolidar un ecosistema sostenible y competitivo.
“Estamos en el momento más emocionante para la movilidad eléctrica en Colombia, pero también en el más delicado. Si no se corrige el rezago en infraestructura, podríamos frenar el impulso que tanto esfuerzo ha costado construir”
Luis Felipe Jaramillo, vocero de Andemos
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