Opinión | Flotas comerciales eléctricas en México: ¿Dónde estamos parados y hacia dónde vamos?

Flotas

Por Jorge A. Suárez – Fundador EVRY

Dinámica reciente del mercado

En los últimos años, la electrificación del transporte en México ha tomado impulso. Aunque no existe una estadística oficial sobre flotas eléctricas comerciales, se estima un parque vehicular de aproximadamente 500 camiones pesados, principalmente en flotas de distribución, y unas 7,500 vans y similares en la categoría de vehículos ligeros. Empresas de diversos sectores han apostado por la movilidad eléctrica, impulsadas por compromisos de sostenibilidad, regulaciones ambientales, expectativas de inversionistas y optimización de costos operativos. Sin embargo, la velocidad de adopción ha variado según la industria y el tipo de flota.

En 2022, la adquisición de vehículos eléctricos comerciales alcanzó un pico, pero luego se desaceleró. Entre los factores que influyeron en esta tendencia se encuentran la oferta limitada de modelos adecuados para cada sector, una evaluación más rigurosa de los modelos financieros y de negocio y una pausa en nuevas inversiones para analizar los resultados de las primeras implementaciones.

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Distintas flotas, distintos retos

La electromovilidad en flotas comerciales avanza a diferentes ritmos según el tipo de vehículo y su aplicación. Podemos dividir el mercado en tres segmentos principales:

1. Vehículos livianos (Clase 2): Vans y pequeñas unidades de reparto

Las vans eléctricas han sido las primeras en electrificarse, especialmente en logística urbana y comercio electrónico. Empresas como DHL Express, Estafeta, FedEx, Mercado Libre, Liverpool, RedPack y 99 Minutos han apostado por estas unidades debido a regulaciones ambientales y menores costos operativos.

Fabricantes como BYD, Ford, Foton, Maxus, Renault, Volkswagen y JAC dominan este segmento. Su adopción ha sido relativamente rápida, ya que requieren menos infraestructura de recarga y pueden integrarse fácilmente en los centros de distribución existentes.

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2. Camiones medianos y pesados (Clases 3 a 8): Retail y distribución de alimentos y bebidas

Empresas como Bimbo, Coca-Cola FEMSA, Grupo Modelo, Heineken y Sigma han incorporado camiones eléctricos en sus flotas urbanas de distribución. En estos casos, los menores costos operativos y la posibilidad de instalar infraestructura de carga en centros de distribución en una escala mediana han facilitado la adopción.

Fabricantes como BYD, FAW, Freightliner, Foton, MegaFlux, Scania y Volkswagen tienen disponibles modelos específicos para este sector. Sin embargo, el requerimiento eléctrico de estas flotas es considerable, lo que requiere inversiones en infraestructura de recarga de mayor capacidad para lograr escalabilidad.

3. Tractocamiones y carga pesada (Clases 7 y 8): Transporte pesado de media y larga distancia

Este segmento enfrenta mayores desafíos debido a la autonomía limitada de las baterías y la falta de infraestructura de recarga en carretera. Empresas como Fletes México y Grupo Marva han comenzado a evaluar tractocamiones eléctricos en operaciones de rutas fijas en perímetros definidos.

Fabricantes como Freightliner y BYD han desarrollado modelos para este tipo de transporte, pero su adopción sigue en fase de prueba. La viabilidad a largo plazo dependerá de la expansión de infraestructura de carga rápida y una reducción en los costos de adquisición.

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Secreto del éxito: Viabilidad económica con fortaleza operativa

La viabilidad económica de la electromovilidad se basa en el costo total de propiedad (Total Cost of Ownership, TCO por sus siglas en inglés). En términos simples, el mayor costo inicial de un vehículo eléctrico (entre un 50% y 100% más dependiendo de la marca y especificaciones) junto con su financiamiento, debe compensarse por la sustitución de diésel por electricidad. Estos ahorros pueden oscilar entre un 60% y 90%, según el ciclo de operación. Para que el modelo funcione, es clave alcanzar un kilometraje anual mínimo de unos 30,000 km (típico en operaciones de distribución urbana) dentro de un período de análisis que típicamente está entre 6 y 8 años.

En numerosos casos que he evaluado, los vehículos eléctricos han demostrado ser financieramente competitivos frente a sus equivalentes de combustión interna. En la mayoría de los escenarios, alcanzan la paridad de costos e, incluso, pueden tener un TCO hasta un 5% menor, sin considerar aún los beneficios económicos derivados de la reducción de emisiones y sus impactos en la salud. 

Ahora, con la adopción en 2025 de la norma Euro 6 en México, la cual incrementa el precio de los camiones diesel, es necesario recalcular estos valores. Dado que Euro 6 es una norma de reducción de emisiones sin ventaja en rendimiento de combustible en un contexto de un diésel más costoso, se fortalecería aún más la ventaja de los eléctricos. A esto se suma el decreto del Plan México, que amplía la deducibilidad fiscal de los vehículos eléctricos, mejorando su viabilidad económica bajo una modalidad de adquisición directa.

Más allá del factor económico, el éxito en la adopción de la electromovilidad depende en gran medida de la competencia y profesionalismo de los equipos operativos. Es fundamental contar con entusiasmo y compromiso para llevar a cabo la transición. En otras palabras, el business case de la electromovilidad en las empresas recae en gran medida en la gestión operativa: asignación de rutas, capacitación de conductores, gestión de proyectos y conocimiento de los sistemas eléctricos. Esta combinación podría resumirse en una buena gestión del cambio (change management) alrededor de la electromovilidad en un entorno corporativo.

Retos y oportunidades en la adopción de flotas eléctricas

La transición a flotas eléctricas va más allá de la compra de vehículos; implica un cambio en la operación, la infraestructura de recarga y la toma de decisiones financieras. Para entender mejor los desafíos y oportunidades, podemos analizarlo desde dos perspectivas clave: el modelo de las cinco fuerzas de Porter, que explica cómo la estructura del mercado afecta la adopción, y el Technology Adoption Model (TAM), que nos ayuda a entender qué hace que una tecnología sea percibida como útil y fácil de adoptar.

El costo de cambio: Una variable estratégica en la transición

A nivel estratégico, uno de los factores más relevantes según Porter es el costo de cambio (switch cost). Si una empresa ya opera una flota de camiones diésel, el costo real y percibido de la transición puede ser alto. No se trata solo de comprar nuevos vehículos, sino de invertir en infraestructura de carga, capacitar a conductores y técnicos, modificar procesos operativos y, en muchos casos, lidiar con la incertidumbre regulatoria. Mientras más grande sea la flota y más arraigada esté en un modelo de operación tradicional, mayor será la resistencia a la electrificación. Este es un elemento que he podido constatar con stakeholders importantes de la industria.

Sin embargo, este costo de cambio no es fijo ni permanente. A medida que se difunde el conocimiento y se acumula evidencia sobre los menores costos operativos, la transición se vuelve más viable. En paralelo, la electrificación de los centros de distribución irán avanzando, los costos de los vehículos eléctricos disminuyendo y las regulaciones favoreciendo su adopción. Dentro de las corporaciones, el consenso interno sobre los beneficios irá creciendo y facilitando la toma de decisiones. Esta confluencia de factores conllevará una transición hacia flotas eléctricas menos costosa y más natural. Las empresas que adopten la electromovilidad temprano podrán distribuir mejor sus inversiones y aprovechar incentivos fiscales antes que sus competidores.

Utilidad y facilidad: La dimensión táctica del cambio

A nivel táctico y desde la perspectiva del TAM, la adopción de vehículos eléctricos en flotas comerciales depende de dos factores principales: la utilidad percibida y la facilidad de adopción. En otras palabras, los camiones eléctricos deben demostrar que son financieramente atractivos y, al mismo tiempo, deben integrarse sin grandes fricciones en la operación diaria.

En términos de utilidad, los eléctricos ya ofrecen costos de operación más bajos y menor mantenimiento, pero su rentabilidad sigue dependiendo del precio, factores como el kilometraje y el despliegue de la infraestructura de carga. El gran reto es que esta ventaja económica se mantenga clara frente a nuevas normativas como Euro 6, que harán más costosos los vehículos diésel y podrían reducir la brecha entre ambas tecnologías.

Por otro lado, la facilidad de adopción sigue siendo un desafío. La oferta de modelos eléctricos aún es limitada en ciertos segmentos, la infraestructura de carga requiere inversiones significativas y el acceso a financiamiento no siempre es sencillo. Muchas empresas perciben esta transición como compleja y costosa, lo que retrasa la toma de decisiones.

Por último, la evolución tecnológica también está jugando a favor. Las baterías con mayor autonomía y la entrada de nuevos fabricantes están diversificando la oferta y reduciendo costos, haciendo que los vehículos eléctricos sean una opción más viable para distintos tipos de flotas.

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Conclusión

La electrificación de flotas comerciales en México avanza, pero enfrenta retos en infraestructura, costos y planificación operativa. Para lograr una transición efectiva, las empresas deben adoptar un enfoque integral que contemple la adquisición de vehículos, el desarrollo de infraestructura de carga y la capacitación de equipos operativos.

El mercado sigue evaluando cada paso con lupa porque, más allá de la sostenibilidad, los números deben cuadrar. Sin embargo, aquellas empresas que se anticipen y adopten estrategias de transición bien estructuradas podrán posicionarse a la vanguardia de la transformación del transporte en México.

México está en un punto clave en la electrificación del transporte comercial. La convergencia de regulaciones, incentivos fiscales y avances tecnológicos está creando un terreno fértil para la adopción masiva de vehículos eléctricos, en el mercado de flotas más grande de América Latina. A medida que la infraestructura evolucione y los costos disminuyan, es probable que las flotas eléctricas se conviertan en la opción dominante en el mediano plazo. En este sentido, la participación de mercado de eléctricos en el total, estimada por Calstart, acumularía unos 39,000 camiones pesados de distribución y 102,000 vans eléctricos para 2030.

Las empresas que se preparen desde hoy serán las que lideren el cambio y aprovechen los beneficios económicos y ambientales de esta transformación.

Por Jorge A. Suárez – Fundador EVRY