Durante su participación destacada en el encuentro «Latam Mobility & Net Zero Brasil 2025«, celebrado en São Paulo, Ricardo Bastos, presidente de la Asociación Brasileña de Vehículos Eléctricos (ABVE), subrayó la urgencia de superar los obstáculos que frenan la transición hacia una movilidad limpia en la región.
Bastos inició su ponencia con una reflexión contundente: «Si nuestras soluciones no logran evitar la inmovilidad, estamos fracasando», y señaló la brecha recurrente entre la planificación y la ejecución, indicando que muchos proyectos se estancan por la falta de capacidad técnica a nivel local.
Como antídoto, propuso mirar hacia casos exitosos. Destacó a Chile, país que, al carecer de petróleo, optó por electrificar sus corredores de transporte público mediante una estrategia gradual.
«Convocaron a todos: proveedores de energía, operadores, bancos. Aquí aún nos falta esa concertación«, afirmó. Un camino similar siguió Portugal, que priorizó la electrificación al depender de combustibles importados.
También te puede interesar | Power to Move: Hitachi, Huawei, Livoltek y Mobilitas analizan las soluciones para el futuro de la movilidad sostenible
Brasil: matriz renovable con desafíos propios
Aunque Brasil cuenta con una de las matrices energéticas más limpias del mundo, Bastos advirtió sobre contradicciones: «Nuestras emisiones en movilidad son bajas comparadas con las quemadas agrícolas, pero eso no nos exime de actuar».
Además, señaló que, mientras el país debate su rol climático, las ciudades enfrentan crisis de calidad del aire que exigen soluciones inmediatas.
Uno de los mayores frenos, según el presidente de ABVE, es la falta de gobernanza climática. «No tenemos una autoridad única que coordine. Tenemos planes, sí, pero 2025 debe ser el año de implementarlos», insistió, mencionando avances como el FINA Clima en São Paulo y los diálogos con la COP30.
Inversiones inteligentes: dónde poner el foco
Durante su intervención, Bastos identificó los sectores que atraen más capital:
- Infraestructura de Futuro: Proyectos como redes de recarga inteligente y energía solar vinculada a la movilidad están dejando de ser costos para convertirse en activos estratégicos. «El inversor quiere retorno, pero también mitigar riesgos climáticos. Nadie quiere carteras llenas de empresas contaminantes», explicó.
- La Revolución de la última milla: El boom del e-commerce multiplicó por cinco la demanda de entregas urbanas, impulsando vehículos eléctricos ligeros. «Empresas como Americanas usaron tuk-tuks eléctricos más por marketing al principio, pero ahora la eficiencia operativa es clave», señaló.
- Movilidad como Servicio (MaaS): La integración de inteligencia artificial para optimizar rutas y flotas emergió como otra área prioritaria. «El futuro no está en las ruedas, sino en las redes», resumió.
Advertencia: el peligro de las «islas de excelencia»
La principal conclusión de Bastos fue un llamado a evitar soluciones fragmentadas. «No basta con que startups o empresas actúen por su cuenta. Sin infraestructura y regulación claras, tendremos innovaciones aisladas en un mar de descoordinación«, alertó.
Como ejemplo, citó los parques eólicos: «Instalarlos es fácil; el desafío son las líneas de transmisión. Sin conexiones, no hay sistema». Lo mismo aplica para ciclovías, cuya construcción enfrenta resistencias sociales y comerciales.
Bastos cerró con un llamado a replicar modelos de colaboración como los de Chile: «Necesitamos mesas donde estén todos: gobiernos, empresas, financiadores y comunidades. Latam Mobility puede ser ese puente«.
Su mensaje resonó como una hoja de ruta: la descarbonización del transporte no será posible sin una visión sistémica, inversiones precisas y, sobre todo, voluntad política para unir los puntos.
